Más allá de nuestras limitaciones.

Las únicas barreras que nos impide ver la realidad más allá de nuestras limitaciones físicas, son aquellas propias a las que nosotros mismos nos hemos impuesto, ya sean estas, impuestas por otros o no. Pondré un ejemplo claro para verlo mejor: Imaginemos un accidente de coche en el cuál, un vehículo vuelca. En el transcurso de dicho accidente, el conductor, trata de abrir la puerta lo antes posible para salir de él. Estando incluso el vehículo boca abajo, y presa de los nervios, abrirá la puerta cuando realmente puede salir por la ventanilla. Esto es así, porque la inercia primera es la que vale y en ella ponemos todo nuestro empeño en que se cumpla, aunque las circunstancias den un vuelco a las propias percepciones físicas.

Otro ejemplo es cuando se da por hecho, ciertas evidencias científicas y que, luego, se demuestran lo contrario. El hecho de que millones de personas piensen algo como certero, no significa que lo sea. Ejemplos hay muchos, como "El mito de la caverna" de Platón, "las patatas lavadas por monos", etc. Esto no sólo demuestra evidencias que la ciencia ha valorado como evidentemente circunstanciales, casualidades o sin explicación, es que, lo que demuestra es la existencia de una especie de lenguaje con la vida misma, de los seres de una misma especie y en conexión llamemosle "telepática". Debo recordar que la conexión telepática como tal, no existe, todo es causal, todo responde a un orden y a una serie de causas y efectos. Lo que ocurre es que, la mente, necesita desmenuzar para entender, necesita poner un nombre para conocer. Cuando digo que Nuestros Hermanos mayores me comunican, por ejemplo, que no busquemos respuestas en lo oculto, significa, que las evidencias se dan sin necesidad de buscar nada. Ya sentí curiosidad hace tiempo atrás, y esa curiosidad, me hizo dar con dichas evidencias y que creí como verdaderas. Ahora se demuestran que no todo es cierto, que la verdad como tal no era así, pero que quizá, todo responda a un orden circunstancial en los acontecimientos.

El Cristo mismo, tuvo que elevar la vibración para hacer desaparecer el cuerpo sin vida de cuya sangre, fue la única  evidencia física que quedó en la túnica del difunto. Este es un hecho maravilloso y fantástico que no todo el mundo ha reparado en reflexionar profundamente en ello. Si el Cristo puede hacer desaparecer unos restos físicos de una persona muerta, ¿que no podrá hacer cuándo esté entre nosotros, sus hijos y amados hermanos?.

Hoy, Él mismo, El Cristo está en la Tierra, la humanidad lo ha llamado y muchos hemos sido testigos de su rostro en determinadas ocasiones, lo manifestemos o no. 

"Mi corazón os envuelve como siempre y a cada paso del sendero de ascenso Mi mano os fortalece y guía.

Soy vuestro Maestro, Hermano y Amigo.

Conocedme entonces de esta manera.

Dejadme mostraros el sencillo Sendero hacia Dios.

Dejadme mostraros la Gran Luz Divina.

Viajemos juntos por este Sendero y conozcamos los Secretos de Antaño, conozcamos la Bendición del Amor.

El grito de los hombres por la Justicia ha llegado a Mis oídos y a ese grito Yo escucho.

La llamada de socorro se ha elevado hacia Mí y Yo Me apresuro a dar.

El dolor del mundo reposa pesadamente en Mi corazón y gustosamente quisiera aliviarlo.

Mi dolor puede ser vuestro; Mi carga puede ser compartida. Yo os ofrezco ambos.

Tomad Mi dolor, hermanos Míos, y convertidlo en Alegría.

Aligerad Mi carga, amigos Míos, y conoced la Bienaventuranza.

Que la Luz, el Amor y el Poder Divinos del Unico y Santísimo Dios se manifiesten en vuestros corazones y en vuestras mentes.

Que esta manifestación os lleve a ver que sois ahora y siempre centros en el Ser de Dios."

                                                                                                   Mensaje Nº 35

                                                                                                   6 de Julio de 1978.

Es evidente que no solamente de pan vive el hombre, pero también es necesario comprender que nada escapa a la Ley Divina. Que todo efecto guarda una causa. Que ahora son tiempos de apertura, de confianza, de Amor y entrega. De saber, que realmente Dios mora en nuestros corazones y en nuestras mentes y que, no solamente nos sustenta, también nos protege. No hay nada que temer, amigos, porque la verdad es nuestra propia existencia. Muchas son las evidencias, señales y milagros que a lo largo de la historia han ido apareciendo. He tenido amigos y conocidos que afirman que el rostro de Cristo se les ha aparecido. Yo mismo, antes de que se me aparecieran o contactaran conmigo los Maestros o Hermanos Mayores, ya había visto Su rostro, como digo, en determinadas ocasiones. 

Anteriormente a esto, muchas cosas hice por ignorancia. Y si hubiese continuado por ése sendero, me hubiera abandonado al reino de los sentidos, e incluso hasta ahora mismo podría no estar vivo. Pero eso fue en un pasado. Todo tiene una explicación. Por ello, también entiendo a las personas que no acepten estas premisas que aquí expongo. Lo entiendo, porque yo mismo pasé por ahí. Pero les digo que tengan paciencia, que sigan su propia intuición. Que no existen los elegidos, que cada cuál debe hacer lo posible por dar los pasos necesarios que lo lleven al camino de retorno, que no hay otros medios. Que no van a bajar seres extraterrestres y con sus naves, nos sacarán de aquí. Ni siquiera bajarán para mostrarnos el futuro, como si de un holograma se tratase. Eso no va a ser así. Tampoco vendrán ángeles tocando trompetas desde las nubes. Más bien debe ser uno mismo, el que con Amor y predisposición, cante las glorias al Padre. Más bien, será la humanidad misma, la que deberá resolver los problemas del mundo.

Tener fe amigos, porque en ningún momento dejaran de proteger a aquellos que profesen fe, amor, comprensión. Lo cierto es que muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Pero ahora los tiempos nos impulsan a tomar las riendas, a demostrar el amor por nuestros hermanos y hermanas, a ganarnos el lugar que nos corresponde en el Hogar del Padre, como verdaderos Hijos de Dios.

                      

Información sobre el Mensaje Nº 35:

                                         Mensajes de Maitreya el Cristo.

                                         Ciento Cuarenta Mensajes.

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